“Te quie-ro te quie-ro te quie-ro. No es una explicación, es verbo puro… que-rer, que-rer. Pero el amor, esa palabra.” Ella pensaba… El tercer cigarrillo del insomnio se quemaba en su boca. No podía dormir, fumaba mirando la ventana abierta.
Ahora es más alegre, a pesar de estar en lo más ahincado del amor porque padecía, sentía una perdida y olvido. Que feliz sería al sentirse y ser suya.
“Es como despertarme y conocer mi verdadero nombre.” Lo decía al viento de la ventana.
“Quiero matarnos dulcemente a fuerza de blues.” Lo sabia, lo sabia… no imagina noches distintas, anhelos diferentes, pero todo dependía de la luna y de lo que fueran cada noche. Tan sola y enamorada en la eternidad de su mirada, solo le basta con cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar.